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Nadal, de golpe a golpe


Desafiado a lo largo de su carrera por su propio cuerpo, tan poderoso como castigado por la erosión que han ejercido las lesiones, Rafael Nadal ha recibido un último embate en forma de un enemigo imperceptible. Después estar casi medio año sin competir a causa de una dolencia en el pie izquierdo que le persigue desde su eclosión en el circuito profesional, el español reapareció la semana pasada en una exhibición en Abu Dabi, donde jugó dos partidos en los que testeó la evolución de su lesión, y a su regreso a España se encontró con una desagradable noticia en forma de virus. Tras hacerse una nueva PCR, el tenista anunció ayer su positivo por covid-19.


“Estoy pasando por unos momentos desagradables, pero confío en ir mejorando poco a poco. Ahora estoy confinado en casa y he informado del resultado a las personas que han estado en contacto conmigo”, expuso a través de las redes sociales Nadal, que antes de su examen en el emiratohabía hecho una breve parada en Kuwait para promocionar su academia y que durante su paso por el Centro Internacional de Tenis Zayed Sports de Abu Dabi se reunió con el rey emérito, un viejo amigo con el que, así lo atestiguan unas fotografías publicadas por el diario El Mundo, compartió conversación y mantel.


En tres de las cuatro instantáneas, el deportista y el emérito charlan sin mascarilla y en otra posan hombro con hombro, por lo que ayer se dispararon todas las alarmas y tras el anuncio de Nadal, la Casa Real se vio obligada a emitir un comunicado insólito, dado que no informa desde hace meses sobre asuntos relacionados con Juan Carlos I, quien salió de España en agosto de 2020. “Se encuentra bien”, transmitió en un primer mensaje. “Se puso la pauta completa de la vacuna china Sinofarm y luego se le han administrado dosis de refuerzo con la americana Pfizer”, añadía. “Se le ha realizado una PCR con resultado negativo”, precisó a media tarde, informa Miguel González.


El campeón de 20 grandes, de 35 años, viajó al emirato acompañado por dos de sus tres técnicos –Carlos Moyà, que aparece en una de las imágenes (protegido) y Marc López, recién incorporado al equipo–; por su fisioterapeuta, Rafael Maymò; por su responsable de comunicación, Benito Pérez-Barbadillo; y por varios familiares, entre ellos su padre Sebastià, su esposa María y su hermana Maribel.


En cuanto obtuvo el resultado positivo, Nadal se lo comunicó a todo su círculo y se confinó en su domicilio de Porto Cristo, afectado anímicamente porque ha puesto todos los medios a su alcance para salir del bache físico que le ha propuesto de nuevo el pie (síndrome de Müller Weiss) y porque el contagio supone un serio frenazo de cara a sus planes más inmediatos.

En principio, el balear iba a consensuar con su equipo si da el primer paso de su teórica hoja de ruta, desplazarse a Melbourne a finales de mes para disputar un torneo preparatorio, del 3 al 9 de enero. Y, en función de cómo fuera el ensayo, decidir también si se encuentra en condiciones suficientes como para competir en el primer grande de la temporada, el Open de Australia (del 17 al 30). Sin embargo, el positivo torpedea su plan de trabajo, puesto que no podrá ejercitarse con normalidad y a ello le añade la merma física del virus.


Este año, Nadal –que recibió la dosis completa de la vacuna la pasada primavera– solo ha podido jugar 29 partidos, distribuidos en siete torneos. El último data del 6 de agosto, cuando perdió contra Lloyd Harris en Washington. Antes había tenido que renunciar a Wimbledon y los Juegos, y después se despidió del resto del calendario; es decir, ni US Open ni Copa Davis. El pasado viernes, después de completar un tratamiento médico e ir incrementando la carga de trabajo, reapareció con una derrota frente a Andy Murray y al día siguiente también cedió contra Denis Shapovalov.


“Como consecuencia de la situación, tengo que tener total flexibilidad con mi calendario e iré analizando mis opciones dependiendo de mi evolución”, concluyó en el comunicado de ayer. Obligado a escuchar a su cuerpo, Nadal procesa el impacto del coronavirus y evalúa a contrarreloj: viajar o no viajar a las antípodas. La cercanía del nuevo curso no le permite excesivo margen de maniobra y, por tanto, a corto plazo tendrá que escoger: o bien prescinde del preparatorio y va directamente al Open, o bien se salta la gira oceánica y piensa en la siguiente fase.


La propia naturaleza global del tenis convierte a los tenistas en carne de cañón para el coronavirus. Pese a las medidas y las burbujas que se han diseñado en todos los torneos desde que se reanudara la actividad, en agosto de 2020, se han notificado numerosos contagios. Nadal no es una excepción.


Sin ir más lejos, a comienzos de año Paula Badosa estuvo 21 días encerrada en Melbourne porque contrajo el virus durante el vuelo que la transportaba a Australia. Después, otros jugadores españoles como Alejandro Davidovich, Fernando Verdasco o Carlos Alcaraz también fueron alcanzados por la ola de covid-19. En el caso de este último, de 18 años, sucedió a las puertas de que comenzara la última edición de la Copa Davis.


Sonado fue el caso del número uno, Djokovic, que se infectó en junio del año pasado después de organizar una gira benéfica por los Balcanes en la que se incumplieron los protocolos de seguridad. También anunciaron sus positivos otras figuras como Grigor Dimitrov –en la citada gira– , la dos del mundo, Aryna Sabalenka, o la prometedora Coco Gauff.


Vía: El País

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